LAS ETAPAS DEL DUELO
- Beatriz Flores De Alba
- hace 1 día
- 4 Min. de lectura
UNA VISIÓN DESDE LA TANATOLOGÍA

Normalmente cuando hablamos de duelo lo relacionamos a la muerte, a la pérdida de algún ser querido, pero la realidad es que el duelo se presenta ante cualquier tipo de pérdida, ya sea un empleo, una casa, la salud o las menos reconocidas como la pérdida de expectativas o una mascota. Ante cualquier tipo de pérdida se presenta un duelo y aunque en ocasiones parezca una pérdida poco importante, es necesario enfrentarla y vivirla.
Un duelo no es una enfermedad mental, es un proceso emocional en el que poco o nada interviene la razón. Lo que requiere es tiempo, paciencia y comprensión. Existe una herida que hay que atenderla y sanar, así como si se tratase de una fractura o una cortada.
Al ser un proceso, el duelo se desarrolla a través de etapas y aunque normalmente se presentan en cierto orden hay ocasiones en que se puede regresar a una etapa ya vivida, esto es muy común y es parte del mismo proceso, aunque se presenten estas supuestas regresiones, ya no se viven con la misma intensidad que la vez anterior y se van presentando cambios, aunque parezcan su les, pero cambios al fin que nos indican una evolución en el proceso.
Alba Payás. Psicoterapeuta experta en temas de duelo menciona cuatro etapas, a saber:
1- Trauma o choque: Es cuando se recibe la noticia de la pérdida, en especial si es una pérdida repentina o sorpresiva. Se u liza como mecanismo de defensa, donde la persona entra en un estado de shock, pierde contacto con la realidad, siente miedo o angustia, sentimientos de irrealidad, puede paralizarse o por el contrario volverse hiperactiva. Es tan fuerte el impacto que el cuerpo entra en este estado para poder hacer frente a lo que está sintiendo. Es de corta duración, por lo general una horas o pocos días.
2- Protección o negación: Una vez pasado el shock de la noticia la persona continua en un mecanismo de defensa y no acepta la realidad, comienza a dar paso a sentimientos de enojo o ira por lo sucedido, busca culpables o se culpa a sí misma, evita lugares o personas que le recuerden lo que ha perdido, puede minimizar lo que pasó o lo racionaliza, se aísla o se vuelca en atender a otros. Lo importante para la persona es evadirse, a como dé lugar, de la realidad. Esta etapa debería de pasar lo más pronto posible, tan solo unos días o pocas semanas. Si la persona después de este tiempo continua en esta etapa es importante que sea atendida por un tanatólogo o terapeuta.
3- Integración- Conexión: La persona comienza a reconciliarse con lo sucedido y poco a poco lo va aceptando. Tiene momentos de tristeza y desánimo y otros de esperanza y con ganas de salir adelante, aquí en ocasiones puede tener también momentos de enojo o ira como en la etapa anterior, lo que es normal. Hay que darle tiempo y espacio. Comienza a conectarse con los recuerdos, puede ver fotografías, visitar lugares, etc. Comienza a desarrollar recursos para salir adelante.
4- Crecimiento y transformación: Es la etapa más importante ya que aquí la persona acepta e integra la nueva realidad, aprende a vivir con el vacío que ha dejado la pérdida y es capaz de transfórmala y darle un sentido, es decir, cuando le da un nuevo significado a lo acontecido, es entonces cuando la persona puede ver nuevas formas de vivir, adquiere otros valores, ene más conexión con ella misma y con los demás, valora más la vida y ene una visión positiva de la misma. Aquí es donde se da un crecimiento espiritual.
Lo que nos puede servir de indicador de que el duelo se está elaborando y cumpliendo con su función es el tiempo y la intensidad con la que se vive, es decir, que la persona ya no llora, se enoja o se aísla con la misma intensidad de un inicio, estas reacciones se presentan cada vez con menos frecuencia hasta desaparecen casi del todo, en un futuro serán sustituidas por la melancolía o añoranza en momentos específicos como son al visitar un lugar, anécdotas o fechas importantes que es cuando se ac van los recuerdos. También es importante mencionar que la intensidad del dolor sufrido va en relación con el grado de apego que tenía la persona con lo que ha perdido, entre más apego mayor sufrimiento.
Un duelo normal es entre los 6 meses a un año, máximo dos años (pérdida de los hijos). Pasado de este tiempo entonces podremos decir que se trata de un duelo patológico y forzosamente debe de acudir a un profesional para elaborarlo.
No importa de que tipo de pérdida se esté viviendo, ya sea “pequeña” o “grande” lo importante es que la persona se dé el permiso de vivir y elaborar su duelo. Comprendamos que los duelos son personales y únicos, cada persona lo vive de manera distinta de acuerdo con sus creencias, educación, personalidad, costumbres, etc., no podemos decirle a un doliente qué es lo que debe o no debe sentir o como vivirlo, hay que ser muy respetuosos, lo que sí podemos hacer es acompañar a la persona y estar ahí para lo que necesite.
Autor: Beatriz Flores De Alba
Master en Ciencias de la familia para la consultoría por el Pontificio Instituto Juan Pablo II
Lic. en Administración y mercadotecnia por la Universidad Panamericana Campus Guadalajara.
Diplomada en Intervención de pareja, tanatología y Logoterapia por el Pontificio Instituto Juan Pablo II.
Diplomada en Logoterapia y Análisis existencial por la Universidad Católica de Argentina.
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